miércoles, 28 de octubre de 2009

Buscando en el baúl de los artículos olvidados (Vol. 1)

De aquellas maravillosas prácticas de Redacción.

En el nombre de la ley

La historia del Caso Almería siempre me pareció algo cuanto menos aterrador, tres jóvenes cuyo coche se avería en Manzanares, son detenidos en 1981 por la Policía y posteriormente torturados tras ser confundidos con unos etarras responsables de un atentado. Más aún me sorprendió cuando este mismo fin de semana dos amigos y yo volvíamos del festival de música Viñarock en Albacete. Cruzábamos esa misma localidad en un coche bastante viejo, de repente comenzó a hacer ruidos bastante extraños, paramos para comprobar que pasaba y al apagar el motor escuchamos como una de las piezas caía al suelo. Llamamos a la grúa y aguardamos impacientes su llegada.

Para amenizar la espera decidimos echar una cabezadita ya que nuestro cansancio iba en aumento, pero pronto fue interrumpido por dos personajes vestidos de verde que bajo su influencia policial nos obligaron a abandonar el coche de forma inmediata. Siguiendo el típico ritual de poli bueno y poli malo, comenzaron a interrogarnos como si fuéramos auténticos delincuentes, buscando cualquier excusa para que nos cayera el marrón, no pararon ni un momento de preguntarnos si llevábamos estupefacientes encima, que nosotros negamos tener –y como es lógico no encontraron por mucho que revolvieron el equipaje-. De repente echaron su mirada a la parte trasera del coche y descubrieron un bokken –espada fina de madera que se usa para practicar artes marciales- que llevaba mi amigo, ya que practica Aikido. “Uff, pues llevar presuntas armas blancas en un coche supone un delito que se castiga con 300 euros de multa”, sin embargo bajo sus propias palabras entenderían que llevásemos un bate de beisbol si “tuviéramos la cabeza rapada”.

Es increíble como 28 años después, la represión y abuso de autoridad que caracteriza a la Policía sigue estando presente, tengas la edad que tengas. Habrá que dar gracias de que no hubiera habido un maniquí envuelto en sábanas o un paquete de azúcar comprado como recuerdo. Si no seguro que no estaría aquí contando esto y cumpliría condena por presunto asesinato o por presunta posesión ilícita de estupefacientes.

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